dijous, 11 de febrer del 2010

Daphne

Los ojos verdes de Daphne, dentro de una especie de embrujo, se perdían en el infinito de esa ventana colocada encima de su escritorio. El sol se filtraba suavemente por los cristales, que empezaban a acumular ya demasiada suciedad. Mientras jugueteaba con las llaves de casa, Daphne contemplaba lo mismo que cada mañana: Madrid.

Ya hacía dos años que vivía allí. Le habían ofrecido un buen puesto en una conocida revista en la capital y no dudó en cogerlo. Le dolió dejar Barcelona porqué era su ciudad natal, allí estaba su familia, sus amigos, todo lo que tenía. Pero Daphne se sentía demasiado atada a allí, atada a su pasado, a cosas y personas a las que quería olvidar. Quería empezar de nuevo, intentando no volver a cometer errores pasados, dejando que la vida fluyera así que después de pensárselo lo suficiente, pero no demasiado, dejó atrás lo que había sido su vida hasta entonces.

Como su situación económica no era muy holgada, Daphne alquiló un pequeño piso en la Latina. No era gran cosa pero le bastaba para ella sola. Lo que más le gustaba era la vista. Todo Madrid a sus pies. La vida de la Latina pasando a través de sus ojos, ese movimiento constante le encantaba. Podía pasar horas contemplándolo.

Se hacía tarde así que Daphne apartó sus ojos de la ventana, se arregló un poco el pelo y se dispuso a salir. Bajó por la atrotinada escalera dejando a su rastro un recital de crujidos. En la calle se notaba que quedaban ya pocos días de verano y la gente se amontonaba en las playas para que la piel blanquecina consiguiera ese deseado moreno cacao, sin embargo se seguía notando el aluvión de turistas británicos i de más.

La suave brisa jugueteaba con su corta melena morena. Daphne se encaminó hacia casa de Sandra. Sandra era de las pocas personas que Daphne había conocido desde que se instaló en Madrid. Trabajaban juntas en la redacción y desde el primer momento congeniaron muy bien. En poco tiempo se hicieron inseparables. Aunque se llevaran tan bien, Sandra y Daphne eran totalmente opuestas. Sandra era una vividora nata. Le encantaban las fiestas y divertirse todo lo que podía. Era una persona muy extrovertida, siempre tenía algo que decir. Pero aun siendo así Sandra sabía como animar-la, solo con su risueña sonrisa podía hacer que su día mejorara aunque solo fuera un poco.

Daphne llegó al portal y picó el timbre. La voz de Sandra contestó al otro lado del interfono. Un ruido insistente la alertó de que la puerta se había abierto.



Ho vaig escriure fa un parell d'anys i és tot tan diferent d'ara... M'agrada.

4 comentaris:

  1. A vegades és molt divertit llegir coses que hem escrit fa temps, jo acabo de començar un diari per llegir-lo d'aquí uns anys i recordar com era tot el que és ara...

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  2. aaajaja xd no he compost res tiaa, és només un poema més xd que després se li pugui posar música és una altra cosa xddd
    ja sé que és com gore, però depen de la música molaria xddd no volia escriure una cançó d'amor sas? xddd

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  3. ja me l'he llegit, finalment!! xdd
    està molt bé! l'únic que no té cap mena d'argument.. l'hauries de continuar, perquè sinó mentre el llegeixes vas esperant que expliquis alguna cosa, algun problema.. nose, alguna cosa, però al final no dius res, sas..?? xd que l'has de continuar. ara que han passat dos anys i que has canviat tant, estaria bé completar l'història amb uns altres ulls :)
    (l'única cosa que no veig massa a lloc és el paràgraf de la platja i els turistes... no li veig el què, i estant la noia a madrid, on no hi ha platja.. nose xd però bueno xddd

    un petó!

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  4. Muy amable por el comentario, Paula, aún así la originalidad me ha costado unos cuantos quebraderos de cabeza.
    Soy consciente que lo escribiste hace años, (probablemente no soy el más indicado, pues solo escrbo sonetos) pero pareces tenerle una animadversión hacia el pasado, como tratando de hacer desaparecer una agria nostalgia.(Lo ultimo que querría es que te lo tomases mal).
    Culteranista Gongrino

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